El intelectual francés murió el 31 de julio de 1784. Fue uno de los primeros que reunió el conocimiento de la época en una enciclopedia. Sus frases más famosas
Denis Diderot en un retrato del pintor Louis-Michel van Loo
Nacido el 12 de diciembre de 1863, hijo de un médico estricto y formal, Munch fue marcado desde joven por la tragedia familiar: su madre y una de sus hermanas murieron de tuberculosis, y otra hermana terminó sus días en un hospicio.
En 1930, cuando ya era una figura consagrada del arte noruego —amigo del dramaturgo August Strindberg (quien también fue pintor y terminó internado en un hospital psiquiátrico) y de Henrik Ibsen—, Munch sufrió una brusca aparición de manchas negras que obstruían la visión de su ojo derecho.
Aparentemente, ya tenía disminuida la visión en el ojo izquierdo, probablemente por un golpe recibido en su juventud. Consultó al doctor Christian Raeder (conocido por haber descripto una rara forma de neuralgia del trigémino), quien diagnosticó una hemorragia vítrea causada por hipertensión arterial. Sin embargo, cabe pensar en otras posibilidades: quizás un colapso vítreo con desgarro —no evolucionado a desprendimiento—, difícil de diagnosticar en aquella época, o una vasculitis por hipersensibilidad al bacilo de la tuberculosis, conocida como enfermedad de Eales. Considerando sus antecedentes personales y familiares, esta última hipótesis no sería descabellada.
Años después, algo similar ocurrió en su ojo izquierdo, aunque como ya veía poco con él, no le causó tanta angustia. Se recuperó en poco tiempo.
Raeder le aconsejó lo mismo que recomendaríamos hoy: reposo. Sea cual fuere la causa, la visualización persistente del coágulo se volvió una obsesión para Munch, quien lo retrató repetidamente con lujo de detalles. Tal vez para facilitar un diagnóstico. Tal vez solo para calmar sus obsesiones.
Fotógrafo aficionado y observador agudo, Munch detectaba cómo la luz afectaba el ángulo y apariencia de la mancha. El obligado reposo le permitió estudiarla con precisión. Con el tiempo, la forma se aclaró y adquirió aspecto de anillo: el artista lo identificó con un pájaro. Posiblemente, se tratara del anillo de Weiss, una condensación vítrea en la inserción del vítreo sobre el nervio óptico.
Francia no sería la Francia que conocimos –esa Francia liberal, racional, refinada e ilustrada– sin Denis Diderot, uno de los pensadores más profundos y, a su vez, más conflictivos de su historia, con frecuentes problemas con la censura que le impidieron publicar en vida algunas de sus novelas.
Hombre de genio, Diderot se recibió de maestro de artes a los 21 años en La Sorbona. Comenzó a trabajar como traductor mientras completaba su formación.
Nada le era ajeno: todo tema suscitaba su atención, desde las matemáticas a la filosofía, desde la historia y la política hasta la literatura.
Sus primeros escritos muestran a un pensador crítico y escéptico, empirista y deísta, que evolucionaría hacia un materialismo basado sobre el pensamiento panteísta de Spinoza, quien concebía a Dios como inmanente.
Para Diderot, la razón se caracterizaba por la búsqueda del conocimiento científico y la verificación de los hechos, pero sin quedarse en la evaluación meramente cuantitativa. Promovía la razón y la sensibilidad, el mismo Scene and Sensibility que Jane Austen haría famoso en su texto de 1811.
Su condena a la esclavitud y al colonialismo –pilares de la economía del siglo XVIII– le valió la censura y la amenaza de pasar varios años a la sombra, más aún cuando sus textos cuestionaban la fe católica.
Viendo los problemas que generaba la censura durante el reinado de Luis XV (aunque, paradójicamente, tanto la amante del rey –Madame Pompadour– como el jefe de censura oficial, Guillaume-Chrétien de Lamoignon de Malesherbes, lo apoyaban clandestinamente), Diderot se concentró en el trabajo de la Enciclopedia, obra que se vendió muy bien, pero también le aparejó una serie de problemas con distintos autores con los que no quedó en buenos términos, como con su socio Jean le Rond d’Alembert.
El editor fue André Le Breton, quien había tenido la idea de traducir al inglés la Cyclopaedia de Ephraim Chambers, pero finalmente le encargó una obra original a Diderot en 1745.
En 1752, Diderot fue denunciado por el abate Prades por su prédica atea. Esto le valió ser condenado a cuatro meses en prisión y que la Enciclopedia (al menos los dos primeros volúmenes) fuera incluida en el Index Librorum Prohibitorum de la Iglesia.
A pesar de estos problemas, Diderot continuó con la redacción del texto hasta 1775, momento en que fue aceptado como miembro de la Academia de Francia.
A pesar del éxito editorial y su posicionamiento académico, Diderot continuó con problemas económicos, al punto que, para conseguir la dote de su querida hija Angélique, debió vender su biblioteca a Catalina la Grande de Rusia, quien además lo invitó a Rusia y lo hospedó en sus palacios de San Petersburgo.
Como ya dijimos, varias de sus novelas fueron censuradas y publicadas solo después de la muerte del autor. Entre las obras que no pudo publicar en vida está La Religiosa, donde cuenta los problemas de una monja para ser liberada de sus votos; El sobrino de Rameau, lúcido cuestionamiento de la moralidad de su tiempo; Jacques el fatalista, una crítica a la hipocresía de las clases acomodadas. Tampoco se pudo editar las cartas con su amante, Sophie Volland.
Todas estas obras fueron difundidas y traducidas por escritores como Goethe, Hegel y Dieckmann, quienes destacaron la originalidad del escritor, un precursor del romanticismo.
Diderot falleció el 31 de julio de 1784, a los 70 años, de una trombosis pulmonar. Para entonces, su autocensura había ocultado la parte más original y conflictiva de su obra. A pesar de sus ideas revolucionarias y desprejuiciados, estas pasaron desapercibidas durante la Revolución de 1789, que priorizó a otros autores como Voltaire y Rousseau.
Como dijimos, la obra de Diderot fue rehabilitada por los románticos y fue creciendo hasta el siglo XX, cuando frases como “La ignorancia está menos lejos de la verdad que el prejuicio” o “No hacer reproches a los demás es el camino de la sabiduría” resultaron más acordes a los cánones actuales.
Gran parte de su obra ha sido reeditada en 2013 bajo el título Diderot un joven de 300 años.
La Enciclopedia es el logro supremo de la ilustración: hizo avanzar muchas de sus ideas por el mundo, convirtiendo al conocimiento en una forma de combate poético.
Su obra fue creciendo en fuerza y espontaneidad a medida que se protegía de la censura y se resentía de con la ignorancia de los clérigos y la monarquía, al punto de declarar: “Con las tripas del último sacerdote estrangularemos al último rey”.